Llega la Navidad y con ella preparativos para celebraciones y más celebraciones. Eso sin hablar de las cenas de grupos que últimamente están tan en auge. Felicitamos a todo el mundo, incluso a esas personas con las que hablamos poco el resto del año, adornamos nuestra casa y concretamos hasta el último detalle para que no falte nada en estas fiestas.

Pero, ¿y si no estás para fiestas? ¿Y si te sientes solo o sola? ¿O si  en estos días de reuniones de seres queridos te falta alguna de esas personas importantes? ¿O si estás en una etapa en la que la salud no te acompaña? ¿Está permitido sentirse triste?

Parece que la sociedad te dice a gritos que NO está permitido y es precisamente esa prohibición lo que hace más persistente tu congoja.

Escucharás entre villancico y villancico frases como:

“No estés triste”

“Vamos, anímate”

“Cambia esa cara que es Navidad”

“No seas aguafiestas y alégrate un poco”

Pero las emociones hay que vivirlas, sobre todo si hablamos de una etapa de duelo, para luego después salir de ellas.

El proceso de duelo lo tenemos asociado a la muerte, en cambio, podemos vivir un duelo por cualquier tipo de separación o “adiós” en nuestra vida: por una ruptura de pareja, por una despedida en un trabajo, incluso en una mudanza. Despedirse siempre pone a prueba a nuestro mundo emocional.

Puedes enmascarar tu estado de ánimo o negarte que está ahí para engañarte a ti mismo y a los demás, pero ese no es el camino. Y seguro que te preguntarás: ¿si lo que he intentado hasta ahora no ha funcionado, cual es la ruta correcta?

En primer lugar, regálate lo que de verdad desees en esta Navidad. Si deseas seguir tu proceso de duelo estos días, hazlo, pero siendo coherente con tu decisión. Negarás invitaciones, brindis y demás festejos, explicando tu decisión a los más cercanos para que comprendan y estén o no de acuerdo contigo, acepten esta opción.

Si el mejor regalo para ti en estos días es ser capaz de conectar con tu entorno y sonreír al espíritu de la Navidad, primero deberás hacer un viaje a tu interior. Estamos llenos de sombras que se corresponden con luces. Al otro lado de tu sombra de tristeza está la luz de la alegría. La sombra intensa de tu desánimo se corresponde con la luz de tu necesidad de compartir y vivir con los demás el gozo de tener al resto de tu mundo contigo. Solo tienes que hacer un cambio de perspectiva y respetar la tristeza vinculándote temporalmente con la alegría de pertenecer a ese entorno que, además, te hace sentir seguridad en los momentos más difíciles.